Hace unos meses tuve la desgracia de perder a mi padre. Durante su ultimo ingreso en Medicina paliativa (la unidad del hospital donde ingresan a las personas que no tienen cura, para el que no lo sepa) nos llevamos una television pequeña de casa hartos de pagar un precio desorbitado por utilizar la televisión que habia en la habitación, que además, una vez introducido el dinero, te lo iba descontado, vieses la tele o no. Vamos, una estafa en toda regla.
Al día siguiente, esperando la diaría y dolorosa entrada del médico a decirnos como a mi padre se le iba yendo la vida, cual fue nuestra estupefacción al ver entrar en su lugar a dos guardias de seguridad que casi sin poder mirarnos a los ojos de la verguenza (solo cumplian órdenes), nos dicen que les han dado un aviso de que el paciente de esa habitación tiene una televisión de fuera del hospital y que si no la desconectamos tendrán que llevársela.
Mi padre murió pocos dias despues y no puedo explicar el sentimiento de rabia tan profundo al recordar como lo timaban por ultima vez.
jueves, 8 de octubre de 2009
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